Cientos de personas se reunieron para discutir la patologización de las corporalidades gordas, la cultura de la delgadez, y las consecuencias del hostigamiento y la discriminación que producen.
El domingo se desarrolló en Rosario, Santa Fe, el segundo Encuentro Plurinacional del Activismo Gordo. La organización estuvo en manos del Colectivo de Gordes Activistas de Argentina, la organización Gordes del Oeste y Activistas Gordes Independientes de Rosario y Santa Fe. La agenda estuvo marcada por el análisis de la patologización de las corporalidades gordas, el imperativo del cuerpo ideal en alianza con la cultura de la delgadez, y las consecuencias del hostigamiento y la discriminación que estos producen en quienes no encajan en el modelo dominante.
El cronograma incluyó un debate por comisiones, organizadas en los ejes “Salud y gordofobia: acceso al sistema de salud, trato digno, despatologización, pesocentrismo, accesibilidad y habitabilidad”; “Escuela, crianzas y gordofobia: trayectorias escolares, acoso escolar y ESI”; “Cultura de la delgadez: ley de talles, industria de la Moda y la ’Belleza’, representación de las personas gordas en los medios, la esfera púbica y el empleo”; y “Deseo y gordofobia: desear y ser deseades en un mundo que rechaza la gordura”.
La agenda del activismo gordo tiene como un núcleo fundamental el reclamo por el cese de la patologización, que ubica a los cuerpos gordos en un territorio entendido siempre por fuera del supuesto buen vivir. Esta tendencia social oculta, detrás de un discurso que pondera cuestiones de salud, los lineamientos de un modelo de normalización de los cuerpos, en función de un ideal de belleza que se basa en la cultura de la delgadez.
“La discriminación, el estigma y la violencia que la sociedad ejerce sobre nosotres con la pretensión de normalizar nuestros cuerpos encuentran en las instituciones una legitimación que nos aleja del ejercicio pleno de nuestra ciudadanía”, explica el documento inicial del segundo Encuentro.
Por eso, parte de la lucha es por la erradicación de la gordofobia de los cimientos institucionales, que dificultan la participación de los cuerpos diversos en espacios pensados bajo lógicas que expulsan esas identidades, implícita o explícitamente.
Manuela Schuppisser, integrante del Colectivo de Gordes Activistas de Argentina y una de las organizadoras del encuentro, explicó que “lo primero que vemos afectado nosotras con tanto hostigamiento y discriminación es nuestra salud mental, que no nos permite vivir en libertad”.
Las dificultades para conseguir ropa, el acceso a la salud en forma integral, al transporte público y al empleo –bajo la exigencia de la “buena presencia”- también atravesaron el debate, como así también los efectos que el lenguaje produce sobre las percepciones de la realidad.
El Encuentro propuso “politizar” la gordura, sacarla de un lugar individual, meramente personal, para compartir experiencias y demandas al sector público desde lo colectivo.