Un 12 de noviembre de 1984 se publicaba el segundo álbum de estudio de la cantante, aquel que la consolidó como la artista que conocemos hoy.
Provocativa, rebelde, sexual, disruptiva, innovadora, son algunos de los adjetivos que le valieron a Madonna por la publicación, un día como hoy pero de 1984, de Like a Virgin, álbum que la convirtió no solo en la reina del pop, sino también en una artista de culto, controversial, que despertó admiración (y rechazo) en casi todos los ambientes, desde el popular hasta el intelectual, para recelo de los sectores más conservadores.
La artista, fiel a la línea disruptiva que marcaría su carrera, se involucró en todos los aspectos posibles de la producción del disco, y propuso para la estética del mismo que la portada y el título establecieran un vínculo provocativo entre su propio nombre religioso, Madonna (el título católico para la Virgen María) y el concepto cristiano de la inmaculada concepción.
En el mundo, el álbum vendió aproximadamente 25 millones de ejemplares, lo que lo convirtió en uno de los discos más vendidos de la historia.
Se publicaron cinco sencillos, de los cuales «Like a Virgin», «Material Girl» e «Into the Groove» se convirtieron en éxitos mundiales. Para promocionar el álbum y reforzar esta tensión con el tema de la virginidad, Madonna realizó una gira a la que bautizó The Virgin Tour, con la que hizo espectáculos en Estados Unidos y en Canadá.
En esta línea, fue particularmente memorable la performance de la artista en el primer MTV VMA, celebrado en 1984, donde usó un vestido de novia, muchos crucifijos, su ya clásico corset de Jean Paul Gaultier, y un cinturón que decía “boy toy”, y acabó arrastrándose por el suelo, acariciándose y mostrando sus piernas y su ropa interior por televisión abierta.
Esta actuación, que fue catalogada de legendaria, no solo la puso en el ojo público, sino que estableció una especie de piso inaugural para las presentaciones icónicas que le seguirían en la historia:
Prince en 1991, semidesnudo y montando una especie de orgía, Britney Spears en 2001, entrando a escena con una pitón en el cuello, y la propia Madonna, homenajeando su performance del ‘84, pero esta vez vestida ella como el novio, y Spears y Aguilera como sus esposas.
La industria y los estereotipos
Madonna tuvo que abrirse paso en una industria de hombres. Cuando comenzaron las grabaciones de su disco Like a Virgin, llamado así por el sencillo del mismo nombre (sencillo que la posicionó número uno de las canciones más escuchadas de Estados Unidos durante semanas), la cantante quiso participar como productora, pero la discográfica se lo impidió.
En su biografía, Madonna escribió:
“Warner Bros. Records es una jerarquía de hombres viejos y de ambiente chovinista para trabajar, porque me tratan como a una «pequeña chica sexy». Tenía que demostrarles que estaban equivocados, lo que significaba no solo convencerme a mí misma y a mis seguidores, sino convencer también a mi discográfica. Eso es algo que pasa cuando sos una chica. No le pasaría a Prince o a Michael Jackson.”
Y agrega: “Tuve que hacerlo todo por mi cuenta y fue difícil tratar de convencer a la gente de que merecía que me hiciesen un contrato para grabar un disco. Después de todo, tenía el mismo problema al intentar convencer a la compañía discográfica de que tenía más que ofrecer y no que únicamente era una cantante de un solo éxito. Tenía que ganar esta batalla”.
La cantante continúa llevando a escena las canciones que grabó hace 38 años atrás, y lejos de aburrirse o negar su pasado, lo resignifica en cada nueva puesta, y en cada nueva entonación en forma de balada, heavy o disco dada a Like a Virgin, entendiendo que lo que fue disruptivo en 1984, actualmente brilla de vigencia.