Con Tini como sorpresa de la noche, ya pasó el segundo Vélez de Emilia (y con él su primer fin de semana en el estadio). ¿Cómo fue todo? Datta te lo cuenta.
Por Cecilia Díaz
Un chico nos cuenta que viajó desde Mar del Plata, haciendo un esfuerzo personal (ante este contexto de crisis, claro). Una madre nos agradece por mostrar el outfit de su nena, quien soñaba con que a ella también le hicieran notas como a las chicas más grandes que se súper producen. Una de esas chicas que se súper producen para los shows nos dice que está tan emocionada que no sabe qué decir ni hacer.
Es domingo y estamos en Vélez, el estadio ubicado en Liniers por el cual pasaron bandas y solistas históricos como el mismísimo Freddie Mercury, donde se vivieron momentos únicos como el concierto subacuático de Charly García o donde se dieron cita tanto Lali como Airbag. Ese lugar, que tiene una capacidad cercana a las 50 mil personas, fue agotado no una, no dos, sino tres veces por Emilia Mernes (quien en realidad podría agotar también la cuarta función que sumó). Sí, una de nuestras reinas del pop reúne a todo su fandom en recitales que podrían tomarse en cualquier escuela de música como una verdadera masterclass. Y todo es emoción, todo es brillo.
Tal como lo hizo en sus (¡10!) funciones en Movistar Arena, Emilia vuelve a elegir como apertura a la curaduría de artistas auspiciadas por Equal, la acción de Spotify que busca potenciar a mujeres de la música que están creciendo. En esta oportunidad, suben al escenario AmbiK y Chita.
Obvio, las chicas no son las únicas en subirse al escenario de este momento cumbre del «.mp3 tour». También dicen presente Duki («Novio gangsta» que hasta se valió un estreno en vivo de canción dedicada para él), Callejero Fino, Los del Espacio y -al menos en la noche a la que fue Datta- Tini (quien encontró un espacio en su agenda repleta de actividades propias y recitales junto a Coldplay).
«Es la mejor noche de mi vida». «Estoy muy emocionada». «Muchas gracias». «Para mí es muy fuerte que ustedes canten este tema que le hice a mi papá». «Nunca dejen de ser ustedes mismos». «Estos bailarines son increíbles y mi banda también». Cada una de las cosas que dice Emilia arriba del escenario están cargadas de emoción, de fuerza, de ternura. La misma ternura y emoción que tienen las miles de nenas que llenan el estadio junto a sus familias (todas con brillitos en la cara, claro, y algunas hasta convenciendo a sus padres a sumarse). Hay miles de cartulinas al aire con mensajes de amor, pedidos como «mi sueño es cantar con vos», «Emi abrazame» y hasta hubo momento para el blooper cuando en una de las interacciones con el público Emilia preguntó qué significaba «Pigué», porque no entendía qué le querían decir con eso, hasta que le explicaron que era el nombre de una ciudad desde la cual habían ido a verla.
Habíamos visto algunos reels en redes sociales de otros momentos de la gira de Emilia. Incluso fuimos a uno de sus shows en el Movistar Arena pero la intensidad de estos shows de estadios es única, irrepetible. Ella canta, baila, se emociona; la puesta en escena es perfecta, las luces, fuegos artificiales y papelitos están utilizados con dedicación: son parte de un guión de show pop, de esos internacionales que le interesan tanto al joven fandom de bandas Kpop como a las madres de las niñas que fueron al show y que encontraron incluso un guiño para ellas en el momento que Emilia reversionó a Bandana. Emilia, en vivo, también es un hit.