Dicho y hecho: Duki llevó el trap a River

Más de 160 mil personas asistieron a los dos primeros shows soldout de Duki en el Monumental: un hito que sienta un precedente generacional.

Por Irene Polimeni Sosa

Este fin de semana más de 160 mil personas asistieron a un hito para la música popular argentina: Duki dio sus dos primeros shows en el Estadio River Plate repleto y sentó un precedente no sólo para el trap argentino, sino para los y las miles de jóvenes que hicieron del rap un elemento fundamental de la forma de expresión de toda una generación.

Hace unas semanas, en este mismo lugar tocó Taylor Swift, la máxima estrella pop femenina y la mujer más rica de la industria musical. Hace menos semanas, Roger Waters: la leyenda viva del rock más importante del mundo. Mauro Ezequiel Lombardo salió al escenario para recorrer todas las eras musicales que erigió en siete años, en un doblete de sábado y domingo. Tal vez, sea la única persona que a la hora de salir a tocar en el Monumental (el sábado), haya dejado que la gente coree los primeros dos versos de su espectáculo.

«Más plata, más gasto// Más ropa, más pasto». El tema es Givenchy, y es el primero de los más de 30 que Duko interpretará a lo largo de dos horas y media, junto a una banda seteada para meterle el toque rockero a la fiesta, con Yesan en la guitarra. Más de una docena de referentes de la escena urbana se subirán a acompañar al ídolo y disfrutar con él de este momento durante el fin de semana: Emilia Mernes, Khea, Lit Killah, Bhavi, Milo J, Bizarrap, Nicki Nicole, Lucho SSJ, El Salas, CRO, Rusherking, Tiago PZK, FMK, y, por supuesto, Modo Diablo: Ysy A y Neopistea. La intención es clara: se trata de la celebración gigante de una carrera meteórica que supo ser la punta de lanza de una verdadera explosión musical que hoy no para de crecer.

En un gesto enaltecedor -de cara a quienes le achacaron que se había vendido al reggaetón para lograr mayor proyección internacional-, Duki invitó a telonear los shows más importantes de su carrera a dos figuras imponentes del universo del rap: El Chino CRO, veterano precursor del trap en argentina, y primera referencia de Modo Diablo cuando el grupo sentó las bases del movimiento; y Acru, máximo exponente del rap de empuje independiente y del hip hop como ética de vida y trabajo.

El pibe que entró a las patadas al panteón de los ídolos musicales de nuestro país, y cambió las reglas del juego de forma irreversible con el trap, se permitió una o dos temporadas de reggaetón y regresó al género que lo vio nacer con su último disco «Antes de Ameri». La figura de Duki es hoy un híbrido entre la estrella de pop y el rapper que entrenó toda la vida. A la hora de marcar el tono de sus presentaciones en River, decidió darle peso al adolescente que competía en las plazas para mejorar el flow.

«Yo no me voy a hacer el rockstar, el John Lennon, el Slash, yo soy Mauro Ezequiel Lombardo y soy igual que todos ustedes», dijo el ídolo en un discurso emocional el sábado, en el que agradeció el apoyo, describió a los argentinos como «soñadores» y «trabajadores» y defendió la idea de que a base de esfuerzo, todo es posible.

«Les estoy agradecido a todos ustedes porque me eligieron, muchas gracias por darme este lugar. Yo llegó acá, salgo a la calle y la gente me dice que me ama, que le cambié la vida. Voy a vivir en Argentina hasta el puto día que me muera», aseguró al borde del llanto quien hace seis años ganaba la final de El Quinto Escalón y publicaba su primera canción en YouTube «No vendo trap».

Eso fue en el 2016. Para el 2018 Duki ya era un fenómeno ineludible y un problema para la industria musical. Junto a Modo Diablo, había logrado cautivar a una cantidad de público joven increíble en un tiempo récord, sin hacer ninguna consesión con las reglas y modos establecidos. Hablaba de putas y drogas sin eufemismos, se exponía en redes sociales pasado de noche, tenía la cara tatuada y había sido durante largo tiempo un ídolo de miles con tan pocos temas que no le alcanzaban para hacer un setlist.

Contaba en aquel entonces él mismo que cuando lo citó el dueño de Sony con la ilusión de cerrar un contrato, el joven trapstar le dijo: «Yo no quiero fama. Yo soy un pibe que viene de no tener nada, y quiero ser una leyenda musical, ¿entendés? Yo tengo más hambre que toda la gente que está en este edificio. Me voy a comer el mundo. No quiero un contrato pop, no soy Sebastián Yatra, que lo vas a poner a hacer prensa. Las bolas. Yo voy a hacer mi música y lo único que necesitás es eso’.”

Dicho y hecho, y más allá de gustos musicales o análisis ideológicos, Duki se convirtió en una verdadera leyenda musical. Con 27 años, llenó dos veces el estadio más emblemático de la Argentina de personas que corean sus canciones. Muchas de ellas son pibes y pibas -de su edad o más jóvenes aún- que hacen música inspirados en la voluntad arrasadora que Modo Diablo ostentó durante los primeros años de la explosión del trap. Como dijo Acru a través de Instagram, desde que arrancó a hacer música, Duki no paró de abrir puertas que ya no se van a cerrar.

River parece ser la puerta más grande que jamás soñó con abrir. O al menos así lo dio a entender el jueves anterior a los shows, en los que confesó sentirse angustiado por no saber qué seguiría a sus presentaciones. Duki aprovechó el sábado para defender esa angustia frente a 80 mil personas, asegurando que estar triste y llorar es una forma de ser fuerte.

«Yo soy hombre, lloro desde que nací y viví triste toda mi vida y gracias a eso me hice fuerte, así que toda la gente que piensa que llorar y estar triste está mal, son todos unos cagones y no tienen huevos. Yo lloro, yo estoy triste, me la banco y salgo adelante, así de simple», dijo.

Es un misterio hacia dónde dará el próximo paso Mauro, y está bien que así sea. Después de todo, su irrupción al panorama musical tuvo como elemento clave cierta imprevisibilidad -¿o acaso alguien tenía claro hacia dónde podría virar el pibe que se subió a cantar en los premios Gardel «sin praticar»?-. Lo que sí es seguro es que haga lo que haga, Duki pasará a la historia como un pionero decidido, un jugador estratégico, alguien que recibió los piedrazos desde las pirmeras filas y supo construirse armaduras para volver a arremeter sin caer en batalla. Un pibe hábil para diseñar llaves y abrir, con un pie en la picardía y otro en la timidez, puertas que muchos, muchos usarán.