Día Internacional del Orgullo (y lucha)

Cada 28 de junio la comunidad LGBTIQ+ levanta la bandera del Orgullo, la visibilización y el combate contra la discriminación y el odio.

Cada 28 de junio, la comunidad LGBTIQ+ levanta las banderas del Día Internacional del Orgullo al rededor del mundo. Esta fecha conmemora los disturbios de Stonewall, un evento que marcó el inicio del movimiento moderno por los derechos de las diversidades y busca ser una jornada de visibilización para todas las identidades de género y orientaciones sexuales que proponen fugas a la hegemonía hétero.

Aunque pasen los años y se vayan conquistando derechos, en algunos países con mayor velocidad y legitimidad social que en otros, los ejes centrales del Día Internacional del Orgullo siguen siendo los mismos que llevaron a activistas de Nueva York a manifestarse hace 55 años en Stonewall: promover la tolerancia y combatir la discriminación que las personas de la comunidad LGBTIQ+ sufren a diario.

La marginación y la violencia siguen siendo moneda corriente, y se vuelven a imponer con aún fuerza en muchos territorios, a raíz de la profundización de discursos reaccionarios y la tendencia global hacia el autoritarismo de nuevas derechas. Por eso, el 28 de junio sigue siendo una fecha muy relevante para la puesta a punto de desafíos y compromisos con la inclusión, los derechos humanos y la igualdad.

En la Argentina, los discursos de odio contra las diversidades está en un claro proceso de re-legitimación que tiene consecuencias directas sobre la posibilidad de los integrantes de la comunidad para vivir en libertad. A raíz del brutal crimen de lesbo odio en el que un hombre lanzó una bomba molotov a la habitación en la que vivían dos parejas de lesbianas el pasado 5 de mayo, la Federación Argentina LGBT publicó un comunicado en el que afirmaron:

"No podemos dejar de señalar que los crímenes de odio son el resultado de una cultura de violencia y discriminación que se sostiene sobre discursos de odio que hoy se encuentran avalados por varios funcionarios y referentes del Gobiern Nacional. Y los únicos espacios a los que podemos recurrir quienes somos víctimas de estos atques están siendo vaciados o eliminados por el actual gobierno".

Pero no son sólo posturas ideológicas las que agudizan la opresión contra las diversidades. Estos discursos se traducen en la gestión de organismos y herramientas oficiales para combatir los crímenes de odio. Medidas como el cierre del Inadi, la desarticulación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y la búsqueda por derogar la Ley Micaela tienen un impacto directo en la vida de la comunidad LGBTIQ+. Además, los medios de comunicación también tienen un rol elemental en la legitimación del odio. La emisión de perspectivas discriminatorias desde los espacios de poder generan una modificación en la tolerabilidad a los discursos que puede validar ideas peligrosas.

En Argentina, esto se evidencia en los datos preliminares que arrojó el Primer Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida de la Diversidad Sexual y Genérica, organizado por más de 40 profesionales de distintas universidades argentinas. La encuesta -que no es estadísticamente generalizable a la totalidad de la población LGBTIQ+, pero según los autores brinda "información precisa y confiable sobre un gran número" de personas de la comunidad- indicó que el nivel educativo aumentó en la comunidad LGBTIQ+ en relación a otros períodos históricos, pero las condiciones de vida "empeoraron" y el desempleo continúa elevado.

Del total de respuestas, el 73,1% (11.126) se considera cisgénero (personas cuya identidad de género y sexo asignado al nacer coinciden), mientras que la proporción de personas trans, no binaries y de género fluido representa el 22,5% (3.427 respuestas), registro "superior a la reportada por otros estudios similares en la región". En cuanto a su orientación sexual, un 35,7% de las personas se identificó como gay; un 22,5% bisexual y un 15,0%, lesbiana.

La mayoría de las personas participantes presentaron un nivel secundario completo o superior incompleto (universitario o terciario), pero las personas trans cuentan con menor nivel educativo en términos comparados al resto de la muestra, seguidas por no binaries y otras identificaciones. Y lo que resulta alarmante, es que dentro de quienes pudieron formarse, un 16,7% señaló haber sufrido agresiones o discriminación por profesores, directivos o personal de la institución, mientras que un 20% vivió situaciones de agresión o discriminación por parte de compañeros de estudio.

En este contexto hostil, la noción de orgullo es más importante que nunca: poder celebrar la propia identidad es una forma de generar una grieta y luchar contra el asilamiento, la represión y la violencia.

Noticias Relacionadas