Trueno se instaló en Vorterix para dar no uno, no dos sino cuatro shows de fin de año. Se trata de la versión «epílogo» de Bien o Mal, un disco que tuvo su gira internacional y que ahora lo despide con este combo de recitales.
Por C. D.
«Bien o mal» ya tiene un año y medio de vida. Sumó millones de reproducciones en plataformas y otros tantos miles de kilómetros en gira presentación. Es el segundo disco de un artista que tiene 21 años y que arrancó su carrera en plena pandemia. El turro más pegado se pegó fuerte y rápido. Tan rápido que a tres años de ese primer día decidió bajar la escala de sus shows para sentirse más cerca del público y corregir algunas cosas que ahora ve como errores.
«2023 fue un año de cambios y de transición, donde tuve que aprender muchas cosas, deshacerme de gente falsa, un equipo de trabajo que me estafó, tener que luchar junto a mi madre y mi abuela contra la peor enfermedad, entre otras cosas que no exteriorizo. Ahora soy un nuevo Mateo, más cercano a mi público y con más ganas de todo, ahora sí. 2024 es el año, es nuestro y no hay break para nadie: nuevo disco, nueva era, y si no te gusta cambia el canal porque estamos bien vivo bichito de luz». Esas palabras son de Trueno (Mateo Palacios), quien semanas atrás blanqueó que hizo un reset en lo profesional.
¿De qué se trata, entonces, el presente y futuro de uno de los referentes de la música argentina actual? En principio, Trueno tiene cuatro recitales agotados en Vorterix, el mítico teatro de Colegiales -que si bien tiene una capacidad aproximada de 1.500 personas (y no de 15 mil como los estadios cerrados que hace gran parte de la escena) no es un lugar del todo «under» porque allí toca un seleccionado de artistas locales e internacionales que se destacan por su popularidad.
Los shows en Vorterix se vendieron rápidamente porque su público (en su mayoría adolescentes) lo esperaban con muchas ansias. Trueno salió de gira para mostrar sus canciones al mercado estadounidense, por ejemplo, y se lo extrañaba. ¿Cuándo lo habían visto por última vez en Buenos Aires? ¿En Lollapalooza? El epílogo de Bien o Mal fue una linda noticia, un regalo de navidad.
Llegamos al primero de los cuatro shows. La apertura estuvo en manos de un DJ y raperos invitados. Gente amiga, gente del barrio, de las batallas. El anfitrión de toda la movida previa fue, claro, Pedro Peligro -el papá de Trueno, el que hizo que sea el «único que escuchaba rap desde la panza, pai».
Luego subiría la banda (con percusión, batería, teclados, bajo y guitarra) para que toda la noche suenen fuerte y claras las canciones de Bien o Mal (y algunos hits más). Decíamos que este es el presente de Trueno, sí. ¿Y qué nos traerá el futuro? Un nuevo disco del cual ya nos regaló dos adelantos: «Tranky funky» y «Ohh baby». El repertorio fue un puente entre el pasado (con «Mamichula» a la cabeza), el presente y el futuro.
Si el objetivo era estar cerca de los chicos y las chicas que lo siguen a todas partes, estuvo más que cumplido porque al escenario le sumaron una pasarela que lo adentraba en un campo que saltó sin parar. Abajo el acompañamiento fue total y arriba, también: dijeron presente Duki, Dante y Peces Raros, invitados especiales de un show en el cual la ausencia de mujeres fue total.
El sonido del show fue perfecto: potente pero sin ensordecer. Las luces y pantallas acompañaron en la medida justa, también. Y como el hiphop tiene mucho de graffiti e intervención en paredes… también customizaron tanto las paredes internas de Vorterix como la fachada del edificio.
Lo de Trueno fue una fiesta. Posiblemente uno de los mejores shows a los que fuimos este año. El contexto en el que llegó fue un diciembre encendido por la asunción de un presidente de derecha que aplicó un protocolo antipiquetes ni bien ingresó y que mandó un DNU junto a una Ley Ómnibus que sacude toda la estructura del país, abriendo la puerta a una mayor represión y a una quita de derechos. Por eso desde el campo de Vorterix se agitó el famoso cantito popular «El que no salta votó a Milei» y el propio Trueno dedicó unas palabras en contra de la represión, en defensa de la protesta y aclarando que no quiere a «leones que usan pelucas». Desde las letras de sus temas (como Sangría o Fuck el Police) y en sus momentos de freestyle, Trueno sienta posición política y es claro, contundente, como su mismísimo show.