Billonarios contaminan un millón de veces más que cualquier persona

Según un informe de Oxfam, las inversiones de 125 billonarios de las mayores 183 empresas del mundo suponen una emisión de 393 toneladas de dióxido de carbono cada año, una cantidad equivalente al promedio anual de emisiones de Francia, Egipto o Argentina.

Después de varios años, Jeff Bezos abandona el primer puesto de la persona más rica del mundo, superado por Elon Musk. Foto: Forbes Staff

Un billonario emite un millón de veces más gases de efecto invernadero que una persona corriente que pertenezca al 90% de la población menos rica del planeta. Con sus inversiones en industrias contaminantes genera anualmente tres millones de toneladas de dióxido de carbono, según advierte un informe de Oxfam Intermón.

“Billonarios de carbón: las emisiones de las inversiones de las personas más ricas” es el estudio de esta organización, que ha analizado las inversiones de 125 billonarios de 183 de las mayores empresas del mundo -que cuentan con, al menos, el 10% de las acciones de estas corporaciones- y que juntos poseen una riqueza conocida de 2.4 billones de dólares.

De los 125 billonarios de la muestra solo uno tiene inversiones en energías renovables. Del total de las empresas analizadas, apenas el 16% se comprometió a alcanzar las cero emisiones netas.

Los autores del informe sostienen que las personas ricas “juegan un papel desproporcionadamente grande en la economía de combustibles fósiles” y aseguraron que es necesario un impuesto a las grandes fortunas que podría recaudar hasta 1.4 billones de dólares al año, además de una “pronunciada” subida de impuestos a las inversiones en industrias contaminantes. 

Pero hay una cuestión que no deja de llamar la atención,  ¿cuánto le importará a una persona multimillonaria perder un porcentaje ínfimo de plata que de todos modos en su vida no va terminar de gastar? Los impuestos son una buena estrategia, pero si no van acompañados por efectivas políticas públicas que contemplen la articulación entre desarrollo económico y cuidado ambiental, se queda en el mismo punto trunco. 

En ese sentido, Nafkote Dabi, el responsable de cambio climático de la entidad, sostuvo que los gobiernos deben tomar medidas “urgentes” para hacer públicas las emisiones de las personas más ricas a través de regulaciones aplicables a los inversores y a las grandes empresas para “reducir drásticamente sus emisiones”. 

En promedio, el 14% de sus inversiones van destinadas a “industrias contaminantes” como las energéticas o las productoras de materiales como el cemento. Por eso, Dabi dijo que “ si los inversores redirigieran su dinero a otro tipo de fondos más sociales y ambientales, podrían reducirse hasta cuatro veces sus emisiones ”. Afirmó también la necesidad de “cambios radicales” para así poder alcanzar el objetivo de no superar los 1.5 grados de calentamiento global.

Este dato aporta a problematizar no solo sobre el cuidado del medioambiente, sino también sobre la desigual distribución de la riqueza, concentrada en unos pocos. La urgencia de repensar la problemática se enmarca en un contexto de auge de discursos voluntaristas que depositan la responsabilidad sobre el cambio climático y la posibilidad de salvar al planeta de forma individual.

Si solo un encuadre normativo que los juzgue y condene puede obligarlos a cambiar su margen de acción y así frenar el impacto de las emisiones de sus industrias que componen el mayor porcentaje de la contaminación, ¿cuánto cambia que se utilicen cepillos de bambú, se separen los residuos y se utilicen sorbetes de cartón cuando un puñado de billonarios alrededor del mundo emite un millón de veces más dióxido de carbono que no puede atenuarse solo con acciones individuales?

El informe completo puede leerse aquí.