La cantante habló con la revista Vogue sobre diversos conceptos junto a un grupo de jóvenes activistas invitados.
Billie Eilish conversó con la revista Vogue sobre los temas que atraviesan a su generación: la problemática ambiental, cómo resolver esta situación de cara al futuro, el vínculo con el propio cuerpo, el concepto de comunidad y lo que la cantante y los ocho activistas por el cambio climático invitados sienten y piensan con respecto a la ansiedad que genera la situación climática.
En diálogo con la revista, la cantante de 21 años expresó que quería hablar de una relación, pero no de la propia con el frontman de la banda indie The Neighborhood, Jesse Rutherford, sino de la suya consigo misma y, más específicamente, sobre su vínculo con su cuerpo: “Pasé mis años de adolescencia de odiarme a mí misma y toda esa mierda estúpida. Gran parte de eso vino de mi ira hacia mi cuerpo, y lo enojada que estaba por la cantidad de dolor que me causó, y cuánto perdí a causa de las cosas que le sucedieron”. La pérdida que nombra Billie se refiere a una lesión en su cadera cuando tenía 13 años, lo que le impidió seguir con su sueño de ser bailarina.
“Sentí que mi cuerpo me estuvo gaslighteando por años”, dijo Eilish, y planteó: “Tuve que atravesar un proceso en el que me di cuenta de que mi cuerpo en realidad soy yo”.
Durante la gira mundial en 2022 de Happier than ever, su segundo álbum de estudio, decidió instalar “Eco-Villages” en sus conciertos, en asociación con Reverb, una organización sin fines de lucro que se encargó de volver “verde” las giras de otros artistas como Maroon 5 y Harry Styles. Dentro de esos espacios, los fanáticos podían llenar sus botellas de agua gratis, registrarse para votar y aprender sobre organizaciones ambientales sin fines de lucro, con énfasis en organizaciones dirigidas por mujeres.
Al respecto de esto, Billie apuntó: “Todavía no estoy en plan ‘empujar’ la información por la garganta de las personas, no voy a decirte qué hacer, solo voy a decirte por qué hago lo que hago”.
“No quiero estar mostrándome como ¡mirenme! estoy marcando la diferencia. Solo quiero marcar la diferencia y callarme”, explicó Eilish, y continuó: “No debería estar haciendo ningún producto. No debería vender nada. Es solo más mierda que algún día va a ir a la basura. Yo sé eso. Pero nadie va a dejar de usar ropa. Nadie va a dejar de hacer cosas. Así que la hago de la mejor manera posible”.
La artista estaba ansiosa por organizar un evento para la portada de enero de Vogue, e invitó a un grupo de jóvenes activistas a unirse a ella en una conversación sobre el clima, filmada por el escritor y director Mike Mills (20th Century Women, C ‘mon C ‘mon), nominado a los Oscars.
Todos los invitados tienen menos de 30 años: el más joven, Ryan Berberet, lideró una “huelga climática” en su escuela secundaria, y fue parte de una campaña de presión al gobernador de California, Gavin Newsom, para que declare el estado de emergencia climática. Los otros guerreros climáticos presentes fueron el educador ambiental Isaias Hernandez, conocido por sus seguidores como Queer Brown Vegan; la modelo y activista por los derechos indígenas Quannah Chasinghorse; la organizadora de Fridays for Future y cofundadora de la Iniciativa Re-Earth, Xiye Bastida; la diseñadora de ropa sustentable y animadora Maya Penn; Nalleli Cobo, quien ayudó a presionar a las grandes petroleras para que cerraran un pozo tóxico en su vecindario; y Wanjiku “Wawa” Gatheru, una becaria Rhodes y fundadora de Black Girl Environmentalist.
La mayoría del grupo comenzó a militar en la adolescencia, y prevalece entre ellos la sensación de que se les está acabando el tiempo. “Nuestras vidas están en juego”, dice Cobo, de 22 años, cofundador de la organización de base People Not Pozos. “Recuerdo que un reportero me preguntó: ‘¿Cómo se siente ser activista?’. Tenía 11 años. Tuve que detener la entrevista y preguntar: ‘¿Podés decirme qué es un activista antes de que responda tu pregunta?’”.
El foco puesto sobre Greta Thunberg, la activista de 20 años, ciertamente arrojó luz al tema y le dio visibilidad. Thunberg fue noticia por no asistir a la COP27 a fines del año pasado, conferencia que la jóven describió como greenwashing, «lavado verde», el tipo de “puesta en escena” al que tantos en esta generación se niegan a participar.
Solo había una persona verdaderamente famosa en la sala, pero Eilish insistía en que se sentía indigna de la compañía en la que estaba. «Siento que no merezco estar acá», dijo al comienzo de la filmación. “No sé mucho. Yo sólo estoy aprendiendo.»
Eilish hizo preguntas e intentó averiguar cómo cada invitado enfrenta la ansiedad climática, “¿Cómo tratas o no tratas esto? ¿Cómo están ustedes, están bien?” y añadió “Porque a mí me dan ganas de vomitar por todo el piso”.
“Tengo que tomar aviones, y lo odio” soltó Billie sobre el impacto ambiental que producen sus giras. A diferencia de otros músicos de su talla, Eilish se niega a tomar vuelos privados, y está comprometida a encontrar soluciones inusuales para viajar. Su determinación para reducir su huella de carbono dio como resultado un ahorro de 333.11623 litros de agua, y la neutralización de más de 15 000 toneladas de CO2, lo que, según el informe de impacto de la gira publicado recientemente por Reverb, es «equivalente a sacar 3000 hogares de la red eléctrica durante un año». Fueron recaudados cerca de un millón de dólares cuando Eilish llamó a miles de sus fanáticos para apoyar el clima y otras causas de justicia social.
“Ojalá pudiera hacer cambios en mi vida y salvar el mundo sola”, dijo Billie, riéndose de su propia grandilocuencia. “Cultivar mi propia comida y vivir fuera de la red. Borrar mi huella de carbono”.
“Pero esa idea todo lo que hace es borrarme. Cuando en realidad, si cada persona hiciera la mitad de lo que debería hacer, podríamos arreglar esto”, finalizó la cantante.